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Vicario en la Valla

A solo 21 días de su ordenación, Marcelino es destinado como vicario a La Valla, donde durante 8 años desplegó allí su celo sacerdotal. Antes de partir, se consagró a la Santísima Virgen en el Santuario de Fourviere, celebrando misa. Por tradición, la Comunidad Marista reconoce ese momento como el día en que Marcelino decide fundar el Instituto de los Hermanos Maristas. Por su devoción a María, quiso iniciar su cometido el sábado, día de la Asunción de la Santísima Virgen. Al divisar las casa del pueblo, se arrodilló para pedir a Dios y a María su protección para llevar a buen término su tarea. Su primer hogar fue la Casa Cural del pueblo que compartió con un párroco anciano, que le ayudó a ser buen sacerdote. Ahí se atendía a todos los que lo solicitaban especialmente a los niños, por quienes trató por todos los medios de atraerlos al catolicismo. Los enfermos también fueron objeto de su cuidado. Una de sus más tristes experiencias fue el ir a confesar a un jovencito en estado crítico llamado Montaigne, quien falleció poco después y que le da una visión clara del abandono total de los jóvenes.